La Celda
Los días son oscuros hay tanto llanto.
en una Celda de Muros un Alma en espanto.
Viendo sólo por espejos en un mundo perdido.
estando Dios lejos y quedando en el olvido.
Con una mirada vacia se acercó al Predicador,
preguntando si todavia existia el Amor.
Con lágrimas en sus mejillas le contó con horror,
con palabras sencillas pero llenas de dolor.
¿Verá Dios mi quebranto?
¿Habrá para mí Salvación?
Rogaba al Espíritu Santo pidiendo… perdón.
En medio de su llanto su mano extendía.
como deseando tocar su Manto
y diciendo… la Culpa es mia.
Dios mío, no puedo más, gritó el Predicador.
Con ojos llenos de lágrimas
abrazando al arrepentido pecador.
¡Si! ¡i Existe el Amor!
Clamó con emoción recíbelo hoy del Señor
recíbelo en tu corazón.
Llegó la despedida se fue el Predicador.
el regresó a la Celda pero con un nuevo Amor.
¡El Amor de Cristo!
¡El Amor de Cristo!
Porque miró desde lo alto de su santuario; Jehová miró desde
los cielos a la tierra. Para Oír el gemido de los Presos.
Para soltar a los Sentenciados a Muerte.
(Salmo 102:19-20)