Un día, caminando por la calle ví a un NIÑO SOLO y TRISTE, y me dije: “Gracias Dios mío porque tengo una familia y amigos; porque jamás he sentido la soledad y el desamparo por los que ese pequeño ha de estar pasando”.
Seguí mi andar y vi a un NIÑO CIEGO y dije: “Gracias Dios mío porque tengo ojos y veo; porque sé lo que es un amanecer, he visto el arco iris, las estrellas, las flores y la luna, y ese pequeño niño jamás podrá hacerlo”.
Reanudé mi caminar y ví a un tercer NIÑO que triste EN UNA SILLA DE RUEDAS, veía como los demás niños jugaban; y por tercera vez agradecí a Dios, ahora por estar sana.
Poco antes de llegar a mi destino, ví una luz que se acercaba; era un NIÑO y me dijo algo que jamás olvidaré: “Tú me has visto antes y piensas que soy infeliz, que estoy solo y triste; pero te equivocas. Esos 3 NIÑOS que antes viste eran uno solo.
Era yo que tuve que hacerte creer que era infeliz para que tú descubrieras la gran riqueza que posees, en las cosas más simples y sencillas se encuentran los valores más grandes.
Cuando veas a alquien como ellos, no pienses en que sufren, sino en que así son felices, porque ellos al igual que tú, han descubierto su riqueza.
Pide por ellos y por tí, y agradece a DIOS por lo que tienes; y cada vez que tengas la oportunidad, yuda a otros a descubrir la riqueza que poseen”.
El Que Reciba En Mi Nombre A Un Niño Como Este, Me Recibe A Mi; Y El Que A Mi Me Recibe, No Me Recibe A Mi Sino Al Que Me Envio. . {Marcos 9:37}