Señor, ayúdame a decir la Verdad delante de los fuertes, y a no decir mentiras
uniéndome a los débiles.
Si me das Fortuna, no me quites la Felicidad.
Si me das Fuerza, no me quites la Razón.
Si me das Exito, no me quites la Humildad.
Si me das Humildad, no me quites la Dignidad.
No me dejes inculpar de traición a mis amigos por tener distinta opinión.
Enséñame a querer a la gente como a mí mismo y a juzgarme como los demás.
No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso,
más bien recuérdame que el fracaso es la experiencia que precede al Triunfo.
Enséñame que Perdonar es lo más grande del Fuerte; y que el amor a la venganza es la primera señal de debilidad.
Si me quitas la Fortuna, déjame la Esperanza.
Si me quitas el Exito, déjame la Fuerza para triunfar desde el fracaso.
Si yo faltare a la gente, dame el valor para Disculparme.
y si la gente faltare conmigo, dame valor para Perdonar.
¡Señor, si yo me olvido de Tí, Tú, no te olvides de mí! Mas tú, Jehová, no te alejes; fortaleza mía, apresúrate a socorrerme. {Salmo 22:19)