El Amor no tiene Práctica
Un antiguo relato judío cuenta de Dos Hermanos que se establecieron en la cima de una montaña y cultivaron en común una parcela de tierra. Uno de ellos era casado y tenía hijos, el otro no. La primera Cosecha resultó abundante y se repartió por partes iguales.
Esa noche el Hermano Soltero pensó: “Yo soy soltero; no tengo que mantener a nadie. En cambio mi hermano tiene hijos, algunos pequeños, no es justo que yo tenga tanto trigo como él. Le llevaré la mitad de mi Trigo sin que se entere”.
También el Hermano Casado pensó esa noche: “Yo tengo familia, hermosos hijos, ellos me cuidarán en mi ancianidad. En cambio él está solo…. ¿Quién le mantendrá cuando ya no pueda trabajar? No es justo que yo tenga tanto Trigo. Le llevaré la mitad del mío”.
Y ambos hermanos unieron la acción a la emoción, tomando rutas distintas, cada uno llevó la mitad de su Grano a la parva del otro. Al otro día descubrieron que a pesar del traslado seguían teniendo la misma cantidad de Trigo.
Esa noche repitieron la operación, para tener el mismo resultado. La tercera noche, al intentar llevar a cabo sus propósitos, se encontraron en el camino y al ver los carros cargados de Grano se dieron cuenta de lo ocurrido. Descendieron emocionados y se abrazaron fuertemente.
Hijitos Mios, No Amemos De Palabra Ni De Lengua, Sino De Hecho Y En Verdad.
(1 Juan 3:18)