El Rebaño
Un inmenso Rebaño De Ovejas atravesaba el valle delante de nosotros. El Pastor caminaba tran-quilamente, pero su perro, bien adiestrado, pasaba de un lado a otro para reunir las descarriadas.
Nos fascinaban sus intervenciones perseve-rantes y valientes.
Entonces mi padre que aprovechaba tales oportunida-des para enseñarnos, me preguntó: – “Enrique, si debieras constituir un pequeño rebaño, ¿Cómo elegirías las ovejas?”
– “Eliminaría las débiles y las que tienen tendencia a extraviarse, finalmente, pres-taría atención a la calidad de su lana”.
– “Al hacer así”, – dijo mi padre –, “ciertamente obten-drías un buen rebaño, pero ¿Sabes cómo hace el Señor Jesus para formar su
Rebaño, es decir, La Iglesia? Llama a todos los hombres, particularmente a los débiles, a los que están cargados, cansados, a los heridos por la vida, a los pobres y menospreciados.
Luego, carga con los que confían en El y le obedecen. Los ama tal como son y les comunica su propia vida.
Así, la Iglesia Del Señor está compuesta por los que reconocieron su culpabilidad ante Dios y creyeron en Jesucristo. Entonces recibie-ron un título de nobleza divina, el de ser Hijos de Dios.
Están unidos por un mismo Espíritu para la eternidad y forman la “Esposa Del Cordero”.
(Apocalipsis 21:9).
Yo apacentaré mis ovejas, y yo les daré aprisco, dice Jehová el Señor. Yo buscaré la perdida, y haré volver al redil la descarriada; vendaré la perniquebrada, y fortaleceré la débil. (Ezequiel 34:15-16)