El Limosnero
Hubo una vez un limosnero que estaba tendido al lado de la calle. Vió a lo lejos venir al rey con su corona y capa. “le voy a pedir, de seguro me dará bastante”, pensó el limosnero y cuando el rey pasó cerca le dijo: “su majestad, ¿me podría, por favor, regalar una moneda?”, aunque en su interior pensaba que el rey le iba a dar mucho.
El rey le miró y le dijo: “¿por qué no me das algo tú? ¿acaso no soy yo tu rey?”… el mendigo no sabía qué responder a la pregunta y dijo: “¡pero su majestad … yo no tengo nada! El rey respondió, “¡algo debes de tener … busca!”.
entre su asombro y enojo el mendigo buscó entre sus cosas y supo que tenía una naranja, un bollo de pan y unos granos de arroz”. Pensó que el pan y la naranja eran mucho para darle, así que en medio de su enojo tomó 5 granos de arroz y se los dió al rey.
complacido el rey dijo: “ves como si tenías”. Y le dió 5 monedas de oro, una por cada grano de arroz. El mendigo dijo entonces: “su majestad …… creo que acá tengo otras cosas”, pero el rey no hizo caso y dijo: “solamente de lo que me has dado de corazón te puedo yo dar”.
No me des pobreza ni riquezas; Manténme del pan necesario; No sea que me sacie, y te niegue, Y diga: ¿quién es jehová?
O que siendo pobre, hurte y Blasfeme el nombre de mi dios. (proverbios 30:8-9)