Nadie: alcanza la Meta con un solo intento; ni perfecciona la Vida con una sola rectificación; ni alcanza Altura con un solo vuelo.
Nadie: camina la vida sin haber pisado en falso muchas veces.
Nadie: recoge cosechas sin probar muchos sabores, enterrar muchas semillas y abonar mucha tierra.
Nadie: mira la vida sin acobardarse en muchas ocasiones; ni se mete en el barco sin temerle a la tempestad; ni llega al puerto sin remar muchas veces.
Nadie: siente el Amor sin probar su lágrimas; ni recoge rosas sin sentir sus espinas.
Nadie: hace obras sin martillar sobre su edificio; ni cultiva amistad sin renunciar a sí mismo; ni se hace hombre sin sentir a Dios.
Nadie: llega a la otra orilla sin haber ido haciendo puentes para pasar.
Nadie: deja el Alma lustrosa sin el pulimento diario de Dios.
Nadie: puede juzgar sin conocer primero su propia debilidad.
Nadie: consigue su ideal sin haber pensado muchas veces que persiguía un imposible.
Nadie: reconoce la oportunidad hasta que ésta pasa por su lado y la deja ir.
Nadie: encuentra la Fuente de Agua de Dios hasta caminar por la sed del desierto.
Nadie: deja de llegar a su Meta, cuando se tiene la claridad de un don, el crecimiento de su voluntad, la abundancia de la vida, el poder para realizarse y el impulso de Dios.
A tí, oh Jehová, levantaré mi alma. (Salmos 25:1)