En un mundo de colores, me envolviste y soñé que había hallado la Felicidad, pero cuando me quise dar cuenta mi vida atrapada estaba por la triste realidad.
DROGA que abatiste mi alma, todas mis fuerzas me robaste y con mis huesos ya podridos tus dientes me clavaste.
En pedazos hiciste mi vida, en despojos mi corazón, me llenastes de tanto odio que perdí incluso la razón.
Muerto en vida caminaba en una triste desesperación, luchaba contra tu imperio, pero te amaba con dolor.
Dolor que hice a los que amaba sin apenas poder evitar, me acompañaba cada noche con lágrimas de rabia, impotencia y malestar.
La mano izquierda te anhelaba, la derecha te rechazaba, y mi mente media loca no sabía bien lo que pensar.
¡Qué triste cuerpo viejo!
Como la flor marchitada sin vida, mi aliento yacía cada día en este túnel sin salida.
Mi cuerpo enfermo, mi mente nublada, mis huesos quebrantados y mi sangre adulterada.
Eres una canción muy triste que apenas se puede bailar, pero se introduce en el alma y no cesa de sonar.
Melodía de la muerte que me haces temblar resuenas mi cabeza; gusanillo te suelo llamar.
Pero mi esperanza en CRISTO que de su red me libró, quebró todas mis cadenas y me cubrió con su perdón.
Ahora no lloro, ni sufro, ni tiemblo, ahora canto, río y gozo para CRISTO mi Salvador que de tus garras me liberó.
No me fiaré más en tu brillo, pués sé que es oscuridad, sin embargo la Luz de CRISTO resplandece en la eternidad.
No oigo más tu triste canción, CRISTO cambió la melodía, cambió mis lágrimas por risa y mi llanto en alegría.