Hace años un PASTOR PROTESTANTE llegó a un pueblo de Madrid, España, para iniciar su labor en una nueva iglesia. A los pocos días de mudarse, fue a visitar a uno de sus feligreses. Como no tenía automóvil y vivía algo apartado del domicilio a visitar, decidió subir a una guagua pública.
Al sentarse al fondo del vehículo, descubrió que el CONDUCTOR le había dado en la vuelta unas monedas de más. Se quedó con las monedas en la mano, pensando para sí mismo, “Bah, olvídalo, son sólo unas monedas de más, ¿A quién le importa una cantidad tan pequeña de dinero?. Nadie va a echarla de menos. La empresa de guaguas públicas recauda muchos millones. Acéptalo como un detalle de parte de Dios”.
Pero cuando llegó a su parada, antes de bajarse se detuvo y, en un impulso, decidió devolverle las monedas que tenía de más al Conductor, diciéndole, “Tome, usted me dió este dinero de más en la vuelta”.
El Conductor, con una sonrisa de picardía le respondió, “Sé que es usted el NUEVO PASTOR de la Iglesia Evangélica del pueblo. Dejé de asistir hace unos años, y he estado pensando en regresar. Quería ver qué hacía si yo le daba dinero de más en el cambio”. Se bajó el Pastor con una sacudida interior, pensando, “Dios mío, por poco vendo el testimonio de tu hijo por unas monedas de más”.
Fue una predicación rotunda, aunque sin palabras, del Pastor. El Conductor del autobús fue un fiel seguidor de JESUCRISTO y miembro comprometido de la iglesia. Nuestras vidas serán la primera BIBLIA, y a veces la única, que algunos leerán.
SED IMITADORES DE MI, ASI COMO YO DE CRISTO.
(1 Corintios 11:1)
ASI TAMBIEN LA FE, SI NO TIENE OBRAS,
ES MUERTA EN SI MISMA. (Santiago 2:17)