Una lágrima es eso que humedece los ojos del mundo, y que el mundo se empeña en ocultar.
Es eso que nos tragamos tantas veces por soberbia, por orgullo, por demostrar fortaleza y queda atorada en la garganta, apretada en el corazón comprimiéndolo todo. Es tan profunda que no sabemos con certeza de dónde nace, ni si podrá morir alguna vez.
A veces una lágrima cicatriza una herida, lava una pena y ablanda el corazón.
Una Lágrima es un recuerdo, una angustia, una desesperación, una interrogante.
Una Lágrima puede ser a veces el comienzo del perdón, la primera luz de la rectificación que hace estrechar una mano.
Una Lágrima puede ser rebeldía o arrepentimiento, odio, amor, luz o sombra.
Una Lágrima puede ser el sueño desvanecido que rozó nuestros párpados.
Una Lágrima es a veces la gota mágica que hace cambiar por dentro, cuando tenemos que pagar nuestra cuota de dolor, la lágrima ayuda.
Cuando la derramamos en el corazón querido, o en la intimidad de la amistad la lágrima une, estrecha, funde. La lágrima transforma, enseña, disuelve los rencores, las espinas, las malas yerbas que van creciendo e impidiendo acercarse, abrazarse, comprenderse.
La lágrima descubre. el que ignora los motivos por los que las derraman, no te conoce… ¡Dichosos los que saben Llorar!
Si alguna vez tienes deseos de llorar, llámame … no lo impediré, pero … te prestaré mis lágrimas para llorar por tí.
Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. {Apocalipsis 7:17}