Desposado y cabizbajo muy lento su caminar, así llegó aquella tarde a la Sala del TRIBUNAL.
Donde cientos de curiosos atestaban el lugar, donde una vez más se juzgaba a un DELINCUENTE habitual.
Risas y murmuraciones se podían escuchar, cuando los allí presentes vieron al PADRE llegar.
“Silencio, orden en la sala, o se callan o se van, porque en este mismo instante el juicio va a comenzar”.
Puesto de pie el ACUSADO se le va a juramentar, y me tiene que decir solamente la verdad.
Ya con ésta van dos veces que lo traen al tribunal, y lo acusan de VICIOSO, de LADRON y CRIMINAL.
Nada lo libra esta vez del VEREDICTO FINAL, y pagará su condena; porque ya es mayor de edad”.
Y diciendo estas palabras el juez lo mandó a sentar, y una vez juramentado le tocó el turno al FISCAL.
“Hay que sacar a la escoria que daña la sociedad, y yo pido para él hoy la pena capital.
Y eso es todo Señor Juez, no hay nada más que agregar, y no creo que su ABOGADO de ésta lo pueda librar”.
Y antes de que su Abogado lo pudiera asesorar, mirando al JUEZ, dijo el preso “Yo quiero testificar, ue perdone mi Abogado sino le permito hablar, pués juré sobre la Biblia decir toda la verdad.
Y la verdad, Señor Juez, hoy no la puedo ocultar, soy ladrón y soy vicioso y también soy criminal.
Tengo todos los defectos que me quieran encontrar, soy esa escoria maldita que daña la sociedad.
Como hace unos minutos dijera el Señor Fiscal, pero yo, dijo llorando, si estoy en este lugar acusado de vicioso, de ladrón y criminal, aunque me duela decirlo el culpable es mi PAPA.
Mucha gente se creía que era un padre ejemplar, porque era un santo en la calle, pero un demonio en mi hogar.
No recuerdo, Señor Juez, en mis Veinte años de edad, una FRASE CARIÑOSA de labios de mi papá.
La PALABRA DEL SEÑOR jamás se escuchó en mi hogar, sólo hablaba de dinero, lujos y comodidad.
Y me falló como padre, y como esposo a MAMA, porque no llegó a cumplir lo que juró ante el altar.
Recuerdo cuando golpeaba sin compasión a Mamá, cuando ella le reprochaba toda su infidelidad.
Y es cierto que la comida nunca faltó en nuestro hogar, y que un nudo en mi garganta no me deja continuar.
Porque no hubiera querido decírselo aquí papá, que lo poco que me dio faltó lo más esencial.
Y fue el AMOR, Señor Juez, el amor lo primordial, porque el amor no permite que se destruya un hogar. Y el nuestro se destruyó por culpa suya, papá.
Y cuando estuve dos meses enfermo en el hospital, usted no sacó tiempo para irme a visitar.
En mi inocencia de niño hacía sufrir a mamá, siempre que le preguntaba dónde estaba mi papá.
Y fueron muchas noches que lloré de soledad, tu ausencia en mi CUMPLEAÑOS, tu ausencia en la NAVIDAD.
Nunca me diste un consejo mucho menos tu amistad, ni lo más que yo anhelaba tú no me lo supiste dar.
Porque no eran bicicletas ni barquitos de cristal, tampoco las ropas caras que me solías comprar.
No era el traje de buzo ni la caña de pescar, ¿Sabes lo que yo quería? ¿Quieres saberlo, papá?
Era un padre cariñoso, era un Amigo especial, era que en tus fuertes brazos me quisieras abrazar.
Que me dieras un beso antes de irme a acostar, y me contaras la historia de David y de Goliat.
Que nos llevaras contigo cuando te ibas a pasear, que a mí compraras dulces y flores a mamá.
Que después, por la noche me ayudaras a estudiar, que me sentaras en tus piernas, que abrazaras a mamá.
Que me dijeras “TE QUIERO”, eso tan sólo, papá, y usted está en deuda conmigo y yo con la sociedad.
Y esto es todo, SEÑOR JUEZ, nada más que la verdad, que soy HUERFANO de padre aunque VIVE mi papá“.
“Aquí queda comprobado, dijo el Juez sin titubear, no es tanta la delincuencia de la juventud actual.
Que la MAYOR DELINCUENCIA sin duda es la PATERNAL.
Y yo me voy corriendo a casa, quiero a mi esposa ABRAZAR, quiero BESAR a mis hijos y ser un PADRE EJEMPLAR.
Pero antes de marcharme el juicio debo acabar, y no sin antes decir el VEREDICTO FINAL”:
“QUE DEJEN AL HIJO LIBRE Y ENCIERREN A SU PAPA”.
Y yo continuo esta historia que nunca quiere acabar que yo también, Señor Juez, quiero acusar mi papá, que como dice mi hijo nunca me brindó AMISTAD, ni CARIÑO, ni AMOR, así tampoco mamá.
Lo que me enseñó mi padre fue lo que puedo brindar, a mi hijo que hoy se queja delante de este tribunal.
Por eso cuando acusamos debemos considerar que hay arrastres que se traen de atrás, desde muy atrás.
Que al final de cuentas, Juez podemos testificar que en la BIBLIA nos relata que desde que el mundo fue, por el pecado de Adán muchos venimos arrastrando este pecado mortal, y detrás de todo ésto hay un ser muy criminal que la Biblia lo señala como diablo y Satanás.
A la verdad, que este juicio no tiene las de acabar, dirijámonos al Padre de la Patria Celestial y pidamos que su Hijo nos perdone a cada cual, y así cerramos este caso y no se repita más. Fin.
Desposado y cabizbajo muy lento su caminar, así llegó aquella tarde a la Sala del TRIBUNAL.
Donde cientos de curiosos atestaban el lugar, donde una vez más se juzgaba a un DELINCUENTE habitual.
Risas y murmuraciones se podían escuchar, cuando los allí presentes vieron al PADRE llegar.
“Silencio, orden en la sala, o se callan o se van, porque en este mismo instante el juicio va a comenzar”.
Puesto de pie el ACUSADO se le va a juramentar, y me tiene que decir solamente la verdad.
Ya con ésta van dos veces que lo traen al tribunal, y lo acusan de VICIOSO, de LADRON y CRIMINAL.
Nada lo libra esta vez del VEREDICTO FINAL, y pagará su condena; porque ya es mayor de edad”.
Y diciendo estas palabras el juez lo mandó a sentar, y una vez juramentado le tocó el turno al FISCAL.
“Hay que sacar a la escoria que daña la sociedad, y yo pido para él hoy la pena capital.
Y eso es todo Señor Juez, no hay nada más que agregar, y no creo que su ABOGADO de ésta lo pueda librar”.
Y antes de que su Abogado lo pudiera asesorar, mirando al JUEZ, dijo el preso “Yo quiero testificar, que perdone mi Abogado sino le permito hablar, pués juré sobre la Biblia decir toda la verdad.
Y la verdad, Señor Juez, hoy no la puedo ocultar, soy ladrón y soy vicioso y también soy criminal.
Tengo todos los defectos que me quieran encontrar, soy esa escoria maldita que daña la sociedad.
Como hace unos minutos dijera el Señor Fiscal, pero yo, dijo llorando, si estoy en este lugar acusado de vicioso, de ladrón y criminal, aunque me duela decirlo el culpable es mi PAPA.
Mucha gente se creía que era un padre ejemplar, porque era un santo en la calle, pero un demonio en mi hogar.
No recuerdo, Señor Juez, en mis Veinte años de edad, una FRASE CARIÑOSA de labios de mi papá.
La PALABRA DEL SEÑOR jamás se escuchó en mi hogar, sólo hablaba de dinero, lujos y comodidad.
Y me falló como padre, y como esposo a MAMA, porque no llegó a cumplir lo que juró ante el altar.
Recuerdo cuando golpeaba sin compasión a Mamá, cuando ella le reprochaba toda su infidelidad.
Y es cierto que la comida nunca faltó en nuestro hogar, y que un nudo en mi garganta no me deja continuar.
Porque no hubiera querido decírselo aquí papá, que lo poco que me dio faltó lo más esencial.
Y fue el AMOR, Señor Juez, el amor lo primordial, porque el amor no permite que se destruya un hogar. Y el nuestro se destruyó por culpa suya, papá.
Y cuando estuve dos meses enfermo en el hospital, usted no sacó tiempo para irme a visitar.
En mi inocencia de niño hacía sufrir a mamá, siempre que le preguntaba dónde estaba mi papá.
Y fueron muchas noches que lloré de soledad, tu ausencia en mi CUMPLEAÑOS, tu ausencia en la NAVIDAD.
Nunca me diste un consejo mucho menos tu amistad, ni lo más que yo anhelaba tú no me lo supiste dar.
Porque no eran bicicletas ni barquitos de cristal, tampoco las ropas caras que me solías comprar.
No era el traje de buzo ni la caña de pescar, ¿Sabes lo que yo quería? ¿Quieres saberlo, papá?
Era un padre cariñoso, era un Amigo especial, era que en tus fuertes brazos me quisieras abrazar.
Que me dieras un beso antes de irme a acostar, y me contaras la historia de David y de Goliat.
Que nos llevaras contigo cuando te ibas a pasear, que a mí compraras dulces y flores a mamá.
Que después, por la noche me ayudaras a estudiar, que me sentaras en tus piernas, que abrazaras a mamá.
Que me dijeras “TE QUIERO”, eso tan sólo, papá, y usted está en deuda conmigo y yo con la sociedad.
Y esto es todo, SEÑOR JUEZ, nada más que la verdad, que soy HUERFANO de padre aunque VIVE mi papá“.
“Aquí queda comprobado, dijo el Juez sin titubear, no es tanta la delincuencia de la juventud actual.
Que la MAYOR DELINCUENCIA sin duda es la PATERNAL.
Y yo me voy corriendo a casa, quiero a mi esposa ABRAZAR, quiero BESAR a mis hijos y ser un PADRE EJEMPLAR.
Pero antes de marcharme el juicio debo acabar, y no sin antes decir el VEREDICTO FINAL”:
“QUE DEJEN AL HIJO LIBRE Y ENCIERREN A SU PAPA”.
Y yo continuo esta historia que nunca quiere acabar que yo también, Señor Juez, quiero acusar mi papá, que como dice mi hijo nunca me brindó AMISTAD, ni CARIÑO, ni AMOR, así tampoco mamá.
Lo que me enseñó mi padre fue lo que puedo brindar, a mi hijo que hoy se queja delante de este tribunal.
Por eso cuando acusamos debemos considerar que hay arrastres que se traen de atrás, desde muy atrás.
Que al final de cuentas, Juez podemos testificar que en la BIBLIA nos relata que desde que el mundo fue, por el pecado de Adán muchos venimos arrastrando este pecado mortal, y detrás de todo ésto hay un ser muy criminal que la Biblia lo señala como diablo y Satanás.
A la verdad, que este juicio no tiene las de acabar, dirijámonos al Padre de la Patria Celestial y pidamos que su Hijo nos perdone a cada cual, y así cerramos este caso y no se repita más. Fin.