Se solicitan Damas y Caballeros;
que acepten servirle al Señor; sin miedo ni temor al qué dirán.
Que no mientan, ni inventen, ni exageren, ni distorsionen las palabras de otros ni de ellos.
Que se atrevan a decir no a todo aquello que se opone a la Verdad de Dios, que es la Palabra.
Que no se dejen engañar con estratagemas de otros que con astucia emplean una falsa verdad disfrazándola con el error.
Que sean inteligentes, sabios y que sepan discernir el bien y el mal Que se abandonen al Señor sin medida, y que no pongan
“Peros” ni “Excusas” al Señor.
Que gobiernen sus hogares con sabiduría y que sus hijos se vuelvan creyentes.
Que sean amantes de lo bueno, gente sobria, no dados al vino, ni a lo mundano, ni a modas deshonestas, ni toquen lo impuro.
Que no sean de doble ánimo, ni pierdan la Fé al primer viento huracanado.
Que sean firmes y constantes en la Obra del Señor.
Que se nieguen así mismos y que se atrevan a dar su pan, su Tiempo, su Oración y su atención a los demás.
Que puedan, aún en medio de situaciones difíciles, sonreir y confiar en Dios.
Que de sus labios sólo salgan palabras dignas y limpias.
Que no hablen lo que no entienden, que no digan porque no saben, que no promuevan el chisme.
En fin, Se Solicitan Damas y Caballeros: “Que No Vendan su Primogenitura por un Plato de Lentejas”. ¡Que sean Santos!
Seguid la paz con todos, y la Santidad, sin la cual nadie vera al señor. {Hebreos 12:14}