Tuve una experiencia estando en la cocina de mi casa. Ingresó por una de las puertas un LINDO PAJARITO con plumaje de bellos colores.
En su desesperación por buscar la salida comenzó a chocar su cuerpecito contra uno de los cristales de la ventana.
Insistía que por ese lugar podría salir. Tuve que cubrirlo con una toalla para lograr que no se moviera más.
Con toda suavidad lo tomé envuelto en la toalla y me dirigí a la salida de mi cocina donde lo dejé en libertad.
A mi regreso escuché al Señor decirme: “Hija, así sucede a mis hijos.
Creen encontrar salidas donde no es correcto.
Son salidas falsas, espejismos del enemigo. Es así como se dan golpes por no estarse quietos, como le sucedió al pajarito.”
Con este ejemplo de la naturaleza aprendemos que aunque nos parezca que la salida está en un lugar determinado, debemos estar quietos y esperar en el Señor.
Así como el Salmista, podemos estar seguros que sólo en Dios está nuestro socorro y nuestra ayuda. Cuando la vida nos golpea, El amortigua los golpes, la confusión y el dolor.
El nos sacará en paz, en sus fuerzas y no en las nuestras; pués nos guardará siempre de todo mal.
Aunque afligido yo y necesitado, Jehová pensará en mí. Mi ayuda y mi libertador eres tú. Dios mío, no te tardes.(Salmo 40:17)